El sentido del amor y la autoridad paterna
¿Qué derecho tienes de reprender a tu semejante, qué has hecho tú por él? Si lo amas, puedes ayudarlo a rectificar, porque esto no le enfadará ni hará que disminuya el amor entre ustedes.
Cuando hay amor, una reprimenda no tiene cómo mermar ese sentimiento. Dicho de otra manera, tienes derecho a corregir a tu hijo, solamente si lo amas. Si no lo amas, no lo amonestarás cuando yerre. “Dios reprende al que ama”, dice la Biblia. ¿Entiendes? Lo reprende, porque quiere que se haga un mejor hombre. ¿Qué derecho tienes de reprender a tu semejante, qué has hecho tú por él? Si lo amas, puedes ayudarlo a rectificar, porque esto no le enfadará ni hará que disminuya el amor entre ustedes. Pero, si no lo amas, si crees que es una persona cualquiera, ¿qué derecho tienes de reñirle? Algunos padres de familia preguntan, muy indignados, cuando ven que alguien corrige a sus hijos: “¿Por qué has reprendido a mi hijo? ¿Acaso tú lo engendraste y lo criaste? ¿Has llorado tú por él? Tendrías que habérmelo dicho a mí, para que yo lo regañara, si es que se ha equivocado”. Lo mismo pasa con nosotros. ¿Qué derecho tienes de reprender al otro? ¿Qué has hecho tú por él? Nada. Pero, si amas, puedes reprender, porque tu reprimenda ayudará a que el amor crezca. En otras palabras, corriges a tu semejate cuando el amor parece haber disminuido, para restablecerlo.
(Traducido de: Ieromonah Savatie Baştovoi, A iubi înseamnă a ierta, Editura Cathisma, Bucureşti 2010, pp.101-102)