A los que no se esfuerzan y viven ociosamente la desidia los llena de pensamientos perniciosos, que luego los llevan a cometer las peores vilezas. La mente del perezoso es un verdadero taller para los demonios, en el cual se confeccionan los planos de sus futuras caídas y las cadenas de los vicios que tarde o temprano vendrá a atarlo. No es casualidad que la pereza sea considerada uno de los siete pecados mortales.

De los padres egipios de la antigüedad hemos heredado este sapientísimo apotegma: “El monje que trabaja es tentado por un solo demonio, en tanto que el que pierde el tiempo es embestido por una inmensa multitud de ellos”.

(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Tâlcuire la Rugăciunea Sfântului Efrem Sirul, traducere din limba bulgară de Gheorghiță Ciocioi, Editura Sophia, București, 2011, p. 28)