Guardar silencio es mejor que pecar con la lengua
Si no podemos permanecer imperturbables, al menos refrenemos nuestra lengua.
Un exemplo de falta de maldad lo podemos encontrar en la vida de San Gregorio el Taumaturgo: una mujer de vida licenciosa le exigió en público que le pagara, sugiriendo que el santo había pecado con ella. Pero este, en vez de enfadarse, le rogó a un amigo suyo que le diera a la mujer lo que pedía. Una vez tomó el dinero, la pobre mujer cayó poseída por un demonio. Entonces, el santo empezó a orar por ella, hasta que el espíritu inmundo la dejó en paz.
Si no podemos permanecer imperturbables, al menos refrenemos nuestra lengua, como dice el salmista: “estaba aturdido, y no he hablado” (Salmos 76, 4).
(Traducido de: Un serafim printre oameni – Sfântul Serafim de Sarov, traducere de Cristian Spătărelu, Editura Egumenița, 2005, p. 327)