Si quieres seguir a nuestro Señor Jesucristo, cumple con Sus mandamientos y crucifica con Él tu hombre viejo, destruyendo sin piedad, hasta la hora de tu muerte, todo lo que te pudiera hacer bajar de la cruz. Así, prepárate para soportar pacientemente cualquier difamación, apaciguando el corazón de quienes te ofenden y humillándote ante quienes quieran hacerte el mal. Asimismo, mantén tu boca en silencio y jamás condenes a nadie en tu corazón. Si en algún momento te sientes tentado a juzgar a tu semejante por algún pecado que haya cometido, acuérdate de que también tú eres un pecador, y uno más grande que él. En lo que respecta a tus virtudes, no creas que haciendo el bien te has convertido ya en un santo de Dios. ¡Insisto, no te atrevas a juzgar a tu prójimo! Debes saber que el amor a la gloria terrenal engendra la mentira, en tanto que, si rechazamos esa pasión, el temor de Dios crece en nuestro corazón.

(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 85)