Palabras de espiritualidad

La caridad, un examen de amor

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Cierto día, caminando juntos, se encontraron varias veces con el mismo pordiosero, y cada una de esas veces el anciano monje se detuvo a darle alguna ayuda.

Les voy a contar algo del Paterikón... Un monje muy piadoso y devoto tenía un discípulo que le seguía a todas partes. Cierto día, caminando juntos, se encontraron varias veces con el mismo pordiosero, y cada una de esas veces el anciano monje se detuvo a darle alguna ayuda. En el camino de regreso, el joven hermano no pudo contenerse y le preguntó a su mentor:

¡Perdóneme, Padre! No pude evitar comprobar cómo aquel mendigo vino a buscarle varias veces, confiado en que Usted no lo reconocería. Lo estuve vigilando y ví cómo nos salía al encuentro en cada esquina, incluso frente a la iglesia. Si no estoy mal, Usted lo ayudó unas cinco veces. ¡Creo que Usted no se dio cuenta que se trataba de la misma persona!

—Hijo, ¡claro que me di cuenta que se trataba del mismo hombre!

¿Entonces por qué no le pidió que no nos tomara por tontos, embaucándonos a su gusto?

—¡Cuidado, hijo! Cada vez que le di algo, lo hice porque no lo podía rechazar... ¡No sabemos cuál de ellos era el mismo Cristo!

El discípulo aprehendió inmediatamente la sabiduría de aquellas palabras. Y es que no debemos rechazar ni juzgar a ningún pobre, porque no sabemos cuál de ellos nos lo ha enviado el mismo Cristo, para comprobar nuestro amor al prójimo.

(Traducido de: Pr. Ioan V. Argatu, Răspunsuri duhovnicești la întrebările credincioșilor ale Părintelui Ilarion Argatu, Editura Mila Creștină, Fălticeni, 2010, pp. 415-416)