La castidad, riqueza inconmensurable
¡Qué gran virtud es la templanza, qué loables son la pureza y la candidez, qué gloria tan grande tiene la virginidad!
¡Qué gran virtud es la templanza, qué loables son la pureza y la candidez, qué gloria tan grande tiene la virginidad!
¡Oh, castidad, riqueza inconmensurable! ¡Oh, virginidad, corona que no se marchita! ¡Oh, virtud, templo de Dios y habitación del Espíritu Santo!
¡Oh, virginidad, perla preciosa, ignorada por muchos y rara vez encontrada! ¡Oh, continencia, invisible para muchos pero evidente sólo para quienes son dignos de ti!
¡Oh, templanza, que libras de la muerte y del juicio, coronándote con la gloriosa eternidad! ¡Oh, continencia, alegría de los Profetas y elogio de los Apóstoles! ¡Oh, sobriedad, vida de los ángeles y corona de los hombres santos!
¡Dichoso quien te cuida, dichoso el que te es fiel, porque esforzándose poco, mucho habrá de gozarse en ti! ¡Dichoso el que ha ayunado contigo, porque morará en el Jerusalén Celestial, alabando a Dios junto a las legiones de ángeles, los Santos Profetas y los Apóstoles!
(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 136)