Un error indiscutible y profundo en la educación religiosa común consiste en intelectualizar demasiado pronto las vivencias espirituales del pequeño, específicamente, al intentar implantar ideas demasiado complejas en el inmaduro corazón del ñiño. Esto lleva a que el pequeño termine asumiéndolas, en su alma, como simples abstracciones, como fórmulas vacías de contenido.

Hay algo que debemos tener claro: una cosa son las imágenes religiosas y otra las ideas religiosas. El niño necesita de las primeras y, mientras más accesibles y claras sean éstas, más fuerte será su influencia en el alma infantil. Para las segundas, el niño debe madurar antes. Las imágenes religiosas son indispensables para la expresión de las ideas religiosas: tal es su función. Por eso, no hay material educativo mejor que los relatos sobre nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen María y los santos.

(Traducido de: Cum să educăm ortodox copilul, Editura Sophia, București, 2011, p. 98)