Palabras de espiritualidad

La libélula y la hormiga

    • Foto: Andrei Agache

      Foto: Andrei Agache

Translation and adaptation:

¡Qué duro es el diente, pero también qué rápido se corrompe y se destruye en la boca del que ama lo dulce!

«Pedí que te enseñaran la fábula llamada “La libélula y la hormiga”, de Krylov. Y es que encaja perfectamente con tu situación. La libélula amaba los días en los que no había que ayunar, le faltaba ese fervor por la abnegación. No te lo digo como un regaño, sino para que conozcas el estado verdadero de las cosas y espabiles, recordando que luego del endulzamiento viene la modorra, después del alborozo terrenal, el aburrimiento, y después del hartazgo, la pesadez de vientre y hasta la enfermedad, que sigue al cuerpo como si fuera su sombra.

¡Qué duro es el diente, pero también qué rápido se corrompe y se destruye en la boca del que ama lo dulce! Por eso, la Santa Iglesia, nuestra maestra, canta: “¿Cuál regocijo terrenal está libre de la tristeza? ¿Qué gloria es inmutable en este mundo? ¡Todo eso es más débil que la sombra, más engañoso que los sueños!”. Krylov no escribió solamente para ti o para mí esa fábula, sino para el mundo entero, recordándonos que aquel que baile en verano, en invierno habrá de sufrir. Quien no viva su juventud con buen juicio, que no espere mucho de la vida cuando sus fuerzas empiecen a flaquear y las enfermedades y las aflicciones vengan a rodearle».

(Traducido de: Sfântul Anatolie de la Optina, Filocalia de la Optina, Editura Egumeniţa, Galaţi, 2009, p. 92)