Los sucesos tristes y desagradables siempre son difíciles de soportar, pero debemos esforzarnos en hacerles frente, siguiendo la enseñanza apostólica: “Corramos resueltamente al combate que se nos presenta” (Hebreos 12, 1), invocando el auxilio del Señor y pidiéndole por aquellos que nos ofenden, para que nos envíe la paz que nuestras almas necesitan.

(Traducido de: Sfântul Moise de la Optina, Ne vorbesc stareții de la Optina, Editura Cartea Ortodoxă, 2007, p. 232)