La mujer de mañana se forma en la niña de hoy
San Juan Crisóstomo otorga una gran importancia a los niños, afirmando: “El pecado más grande, el peor de ellos, es el descuidar a nuestros hijos”.
En su Homilía LXVI sobre el Génesis, San Juan Crisóstomo advierte sobre los riesgos de heredar a nuestros hijos sumas considerables de dinero, si no los hemos preparado adecuadamente para enfrentar tal responsabilidad:
“Por eso, no nos preocupemos en acumular dinero para heredárselo a nuestros hijos; más bien, enseñémosles a ser juiciosos y pidámosle a Dios que los bendiga. Esta es la mayor riqueza, una que no puede ser calculada ni consumida, porque lleva a la adquisición de mayores bienes, día a día. De hecho, nada puede superar a la sabiduría, porque no hay nada más fuerte que ella” (Homilía LXVI sobre el Génesis p. 262-263).
En otra parte, dirigiéndose a las madres (con su conocida elocuencia, en la que no faltan algunas hipérboles), les habla sobre la educación de las chicas en el espíritu de la piedad cristiana: “Porque si las educan así, no sólo estarán cuidando de ellas, sino también de sus futuros esposos, sus hijos y sus nietos” (Homilía X sobre la Primera carta a Timoteo, p. 437).
En la misma homilía, San Juan Crisóstomo se refiere a la forma en la que la procreación contribuye a la salvación de los esposos. En general, otorga una gran importancia a los niños, afirmando: “El pecado más grande, el peor de ellos, es el descuidar a nuestros hijos”. (A los que atacan la vida monacal, p. 126)
(Traducido de: David C. Ford, Bărbatul şi femeia în viziunea Sfântului Ioan Gură de Aur, traducere din limba engleză de Luminiţa Irina Niculescu, Editura Sophia, Bucureşti, 2004, pp. 107-108)