A sí mismo, porque miente. A quien le escucha, porque también le engaña. Y al calumniado, porque destruye su reputación y su honor. Por eso, les pido que, en Su amor a Cristo, no acepten las murmuraciones como palabras ciertas. Porque, tal como está escrito, la ley no juzga a nadie si antes no le escucha y no examina los hechos. Luego, no es bueno callar ante las murmuraciones, pero no para defendernos y entrar en controversia, sino para romper con el plácido viaje de la mentira y librar de perjuicio a quienes caen en el engaño esos chismes. Porque son tres las personas a quienes ensucia el que murmura: al calumniado, al que le escucha, y a sí mismo.

(Traducido de: Sfântul Ierarh Vasile cel Mare, Paza celor cinci simţuri, Editura Egumeniţa, Galaţi, p. 143)