La “Oración de Jesús” como remedio para la ira
Cuando acusas a tu semejante, no haces sino asustarle; la persona se siente amenazada y por eso intentará recuperar su posición. Compartiéndole sinceramente tus sentimientos, será más fácil para él o ella compartirte los suyos.
Una cosa común, con la cual todos nos enfrentamos, es el enfado, el enojo que sentimos ante las acciones de quienes nos rodean. A menudo se trata justo de nuestro/nuestra cónyuge, la persona que amamos más. Cuando estamos enojados, decimos y hacemos cosas de las que más tarde nos arrepentimos.
El Santo Apóstol Pablo dice, en su Carta a los Romanos: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero; y lo que detesto, eso es justamente lo que hago. Y si lo que no quiero, eso es lo que hago, reconozco con ello que la ley es buena. No soy yo el que lo hace, sino el pecado que hay en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no hay nada bueno, pues quiero hacer el bien y no puedo. No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero: eso es lo que hago” (Romanos 7, 15-19).
Cuando nos enfadamos o nos enfurecemos, nos apartamos de Dios. ¿Cómo podríamos nosotros, como cristianos ortodoxos, reaccionar así ante nuestros semejantes?
La ira proviene del propio egoísmo. Esta es una de las situaciones en las que debemos pedir el auxilio de Dios, y la “Oración de Jesús”, “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”, es de gran ayuda. La repetición de esta oración diariamente durante unos diez minutos, hará que dejemos de enfadarnos tan fácilmente.
Aquí hay algunos puntos con los cuales podemos eliminar las consecuencias de los conflictos con quienes nos rodean:
1. Hazte un programa regular de oración, incluyendo, desde luego, la “Oración de Jesús”, por lo menos diez minutos al día.
2. Cuando estés enojado, repite la “Oración de Jesús” e intenta alejarte de esa situación conflictiva. Sal a dar un breve paseo y, caminando, repite en tu mente dicha oración.
3. Cuando hayas terminado de orar, intenta hablar con la otra persona y dile lo que te ha enfadado. Pero, cuando empieces a hablar, hazlo con un “yo”, no con un “tú”. “Me sentí ofendido cuando hiciste esto y aquello...”, y no: “Cuando (tú) haces esto, me siento ofendido”.
Cuando acusas a tu semejante, no haces sino asustarle; la persona se siente amenazada y por eso intentará recuperar su posición. Compartiéndole sinceramente tus sentimientos, será más fácil para él o ella compartirte los suyos.
4. Pídele su punto de vista. Dile, por ejemplo: “Sé que no querías herirme. Pero ¿por qué hiciste esto? Ayúdame a entenderte de mejor manera”. Y después escucha con calma lo que tenga que decirte.
5. (Cuando surjan conflictos en el matrimonio) ambos cónyuges deben iniciar un diálogo libre, con serenidad y amor. También es necesario que oren juntos. Un abrazo siempre es de provecho, especialmente cuando quieras mostrarle al otro tu amor sincero.