La utilidad de las postraciones
Cuando se trata de Dios, no hagas las cosas sólo por hacerlas.
Haz tus postraciones con amor y devoción, sin enumerarlas. Es mejor hacer diez y bien, que muchas pero sin fervor, sin reverencia y amor divino. Haz cuantas puedas, pero no hagas “falsas” postraciones y “falsas” oraciones. Cuando se trata de Dios, no hagas las cosas sólo por hacerlas. Él nos pide que todo lo que hagamos para honrarle sea “con toda el alma y con todo el corazón”.
Las postraciones son también una forma de gimnasia. Y aunque no es lo primordial, es bueno mencionar que no hay mejor gimnasia para el vientre, los intestinos, el pecho, el corazón y la columna. Si es tan útil, ¿por qué no practicarla? Cuando esta forma de ascesis se hace para alabar a Dios, el alma se llena de gozo y serenidad. Esto es todo. Desde luego, también es de provecho para “el otro”, es decir, el cuerpo. ¿Entiendes? Al alma vienen paz y serenidad, y al cuerpo el buen funcionamiento de todos sus sistemas: circulatorio, digestivo, respiratorio, endocrino... que tienen relación directa con nuestra alma.
(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003, pp. 284-285)