Palabras de espiritualidad

Las virtudes que deben cultivar tanto monjes como laicos

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

No sólo los monjes deben guardar las Escrituras y vivir en una serena austeridad, sino también aquellos que están en el mundo, al lado de sus esposas e hijos.

San Juan Crisóstomo hace especial énfasis en la importancia de no juzgar a los demás, insistiendo en las palabras evangélicas: “¡No juzguéis, para que no seáis juzgados!” (Mateo 7, 1). Pero, muchos laicos, de forma completamente insensata, se sienten atraídos por este pecado, arrojándose en él sin vacilar. Por ejemplo, si ven que un monje tiene un hábito de más, inmediatamente le hacen ver que no es bueno tener dos vestidos. Una y otra vez...

Y aún viendo que el monje recibe una ración de alimentos muy limitada, no dejan de juzgarle, a pesar de que ellos mismos se entregan día sí y día también a la gula y la embriaguez, sin darse cuenta de su propio y penoso estado, porque con estos pecados van haciéndose una enorme llama sobre sus cabezas, privándose a sí mismos de cualquier defensa y perdón. Sin embargo, la ley de Cristo y la enseñanza que Él les dejó a los apóstoles no son algo que concierna únicamente a los monjes, sino también a los laicos, porque, como dice San Pablo: “Más bien revestíos del Señor Jesucristo, y no os dejéis arrastrar por la carne para satisfacer sus deseos” (Romanos 13, 14); esto nos demuestra que no sólo los monjes deben guardar las Escrituras y vivir en una serena austeridad, sino también aquellos que están en el mundo, al lado de sus esposas e hijos.

(Traducido de: Sfântul Iov de la Poceaev: viața, cuvinte de învățătură, acatistul, Editura Sofia, 2008, p. 64)