Llamando a la puerta de la salvación…
Con la oración, el ayuno y la vigilia, estrechamente unidos entre sí, llamarás a la puerta que deseas que se te abra.
Durante el ayuno crece la gratitud hacia Aquel que le concedió al ser humano la capacidad de ayunar. El ayuno abre la puerta hacia territorios que antes solo intuías como lejanos y nebulosos; los acontecimientos de la vida que te rodea adquieren una nueva luz, y los momentos pasajeros ganan también significados más profundos. La vigilia entre tinieblas se transforma en vigilia desde la lucidez y el discernimiento; la búsqueda desasosegada se convierte en una acogida serena, agradecida y humilde. Y entonces sucede que, aquellos problemas que antes parecían irresolubles, nos muestran lo que escondían hasta ahora, del mismo modo en que los pétalos de la flor revelan el pistilo. Con la oración, el ayuno y la vigilia, estrechamente unidos entre sí, llamarás a la puerta que deseas que se te abra.
(Traducido de: Tito Colliander, Calea Asceților, traducător preot Dan Bădulescu, Editura Scara, București, 2002, p. 56)