Lo que le da “buen gusto” a las virtudes
Cada una de nuestras acciones, así como cada virtud que cultivemos, para ser agradables a Dios, necesitan del discernimiento.
Padre, San Isaac el Sirio escribe: “Dios toma en cuenta la virtud, según el discernimiento con el que es puesta en práctica”.
—Así es. Cada una de nuestras acciones, así como cada virtud que cultivemos, para ser agradables a Dios, necesitan del discernimiento. De hecho, el discernimiento es la sal de las virtudes. Por eso es que Cristo nos dice en el Evangelio: “Cada sacrificio será curado con sal”. ¡Pensemos, por ejemplo, en todo el discernimiento que requiere la ascesis! El hombre debe tomar en cuenta todas las fuerzas que haya en su interior, así como su estado espiritual, etc.
Porque, si te pasas del límite, llegarás a un punto en el que ya no podrás hacer nada, y esto terminará dañando toda tu vida espiritual. Por tal razón, los Santos Padres dicen que todo lo que se hace con exageración es del demonio. Para San Paisos el Grande, por ejemplo, quien podía ayunar hasta veinte días seguidos, no era una exageración ayunar totalmente durante tres días. Sin embargo, a aquel al que le tiemblan las piernas y no puede ayunar totalmente ni los primeros tres días del Ayuno Mayor de la Cuaresma, ni siquiera una vez al año, si quisiera empezar a ayunar estrictamente, esto le parecerá una exageración, algo que proviene del maligno.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, p. 311)