Los amigos, esa propiedad nuestra
Está en nuestro dominio el ofrecer amistad, pero nunca pedirla de los demás.
Tengamos siempre presente que está en nuestro dominio el ofrecer amistad, pero nunca pedirla de los demás. Digo esto, porque usualmente llegamos a considerar propiedad nuestra a los amigos que tenemos. Entonces, por ejemplo, llegamos a considerar que un amigo nuestro no debería relacionarse con alguien con quien hemos discutido, porque nos estaría traicionando. Le pedimos cuentas a nuestro amigo por algunos de sus gestos o palabras, utilizando argumentos como, “Quiero que aclaremos qué clase de relación tenemos”, o “Entre amigos no deberían existir los secretos”, etc. En otras palabras, hacemos un contrato de amistad, que presupone libertades y restricciones, de acuerdo a nuestra forma de ser y a la educación que hayamos recibido. Semejantes amistades se terminan cuando esas “normas”, convenciones o los autodenominados ”principios” son vulnerados.
(Traducido de: Ieromonah Savatie Baștovoi, A iubi înseamnă a ierta, Editura Cathisma, București 2006, p. 120)