Tanto el padre como la madre son responsables del futuro de sus hijos, de ahí la diligencia con que deben criarlos. Cuando ambos padres trabajan y ahorran algo de dinero para construir una casa para su hija o para pagarle sus estudios universitarios a su hijo, no sólo no se trata de un pecado, sino que se trata ya de una obligación paterna, porque esos padres que no se han preocupado en ayudar a sus hijos darán cuentas por tal actitud. Es pecado ahorrar por avaricia, por falta de fe en la Divina Providencia o por puro egoísmo.

Es necesario que los padres ayuden a sus hijos, en todo lo que puedan. Desde luego, los hijos que no reciben el auxilio paterno son ayudados por el auxilio de Dios.

Con todo, esos padres que, por indiferencia o dejadez, dejan de ayudar a sus hijos, serán juzgados con severidad. (Ieromonje Cristodúlos)

(Traducido de: G. Spiliotis, Părinții duhovnici și copiii. Educația tinerilor în conformitate cu învățătura Sfinților Părinți ai Bisericii noastre, traducere de Ilioniu Georgeta Mariana, Editura Egumenița, Galați, 2006, p. 40)