A todos nos gusta husmear en los pecados de los demás, no para rechazarlos, sino para propalarlos y murmurar en contra suya; no para sanarnos, sino para herirnos aún más y para cubrir nuestras propias faltas con las de nuestros semejantes.

Y es que no es la conducta de nuestro hermano la que nos lleva a considerarlo bueno o malo, sino nuestra amistad o enemistad. Lo que hoy elogiamos, mañana criticamos. Y lo que otros estigmatizan, nosotros lo admiramos. Con mucha facilidad excusamos una vida oprobiosa. ¡Somos tan generosos con el pecado...!

(Traducido de: Sf. Grigorie de Nazianz, Despre preoție, LXXX, Editura Institutului Biblic și de Misiune al Bisericii Ortodoxe Române, București 2007, p. 282-283)