Palabras de espiritualidad

¡No juzgues a tu semejante!

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Translation and adaptation:

Sabes muy bien cuán pecador eres y el tamaño de la viga que hay en tu ojo. Sabes, asimismo, lo que te cuesta enfrentar las tentaciones y vencerlas, porque también tu padeces del mismo mal, que te ha atrapado en sus redes.

Te exasperas con maldad en contra de tu semejante, contra tu hermano, argumentando que es esto y aquello, un avaro, un malvado, un engreído y que ha cometido no sé cuántas vilezas.

Pero ¿qué tienes tú con él? Si ha errado, le ha faltado a Dios, no a ti. Tendrá que responder por sus faltas ante Dios, no ante ti. Él habrá de juzgarlo, no tú.

Sabes muy bien cuán pecador eres y el tamaño de la viga que hay en tu ojo. Sabes, asimismo, lo que te cuesta enfrentar las tentaciones y vencerlas, porque también tu padeces del mismo mal, que te ha atrapado en sus redes, de tal forma que, por esos pecados, también tú necesitas de la indulgencia de otros.

Ese a quien condenas es humano como tú. Sé, entonces, benévolo con él, sabiendo que estás ante uno que ha sido sometido por el pecado, pero semejante a ti en todo. Ámalo como a ti mismo, tomando en cuenta las palabras del Señor: Lo que os mando es que os améis los unos a los otros” (Juan 15, 17).

Y, del mismo modo en que le pides al Señor por ti, rogándole que te ayude a apartar tus insumisas pasiones, tan difíciles de sanar, pídele también por tu hermano, para que el Señor lo libre de la tentación y la enfermedad del pecado, de las pasiones, de la oscuridad y del peso de la iniquidad.

No olvidemos que somos carne sometida al pecado y que nuestros miembros están infectados, en mayor o menor medida, por el aliento del maligno, y que, sin la Gracia de Dios, no podríamos desvanecer ese vaho que trae sólo muerte y tinieblas.

(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, 2005, p. 226)