Otra breve explicación de cuándo y cómo debemos ayunar
El ayuno hace que tu alma sea piadosa, santifica tus pensamientos, aleja los demonios y te acerca a Dios.
¡Que puedas ayunar con todas tus fuerzas, como si estuvieras ante Dios! El ayuno lava todas tus faltas, todos tus pecados. El ayuno hace que tu alma sea piadosa, santifica tus pensamientos, aleja los demonios y te acerca a Dios. Y si, ayunando, comiste una vez, la segunda vez rechaza ese apetito, para no perder tu esfuerzo y perturbar tu mente. De esta manera, podrás tener con qué practicar la caridad y, al mismo tiempo, estarás matando las pasiones de tu cuerpo.
Y si tus hermanos te convidan y te ves obligado a comer dos o tres veces, no te asustes ni te entristezcas, más bien alégrate, agradeciéndole a Dios, porque, viéndote forzado a comer dos o tres veces, estás respetando la ley del amor, y Dios Mismo se hará el guía de tu vida. Si, estando enfermo, tienes que comer dos, tres o más veces, tampoco te entriszcas. Esos sacrificios del cuerpo, como el ayuno, no tienen que ser practicados en tiempos de enfermedad y debilidad física, sino que primero hay que esperar que el cuerpo se recupere.
Y, en lo que respecta a no comer determinados alimentos, la palabra divina no nos prohíbe comer según qué cosas, sino que dice: “Yo os doy todo, como antes os di las verduras” (Génesis 9, 3), “comed todo (…) sin andar averiguando nada” (I Corintios 10, 25-27) y: “No mancha al hombre lo que entra por la boca” (Mateo 15, 11). Luego, refrenarte de determinados alimentos es algo que decides tú mismo, como un sacrificio favorable a tu alma.
(Traducido de: Evagrie Monahul, Filocalia, vol. I, Editura Institutul de Arte Grafice „Dacia traiană”, Sibiu, 1947, pp. 46-47)