¡Preparémonos diariamente con la oración constante!
«Nuestros peores dolores en esta vida son como simples picaduras de insectos, en comparación con los dolores de la vida eterna».
El padre Nectario solía repetir: «Defiendan la Ortodoxia con firmeza … Ahora vivimos los tiempos descritos en el Apocalipsis, esos de los que los mismos ángeles exclamaron: “¡Ay de quienes los vivan!”, antes de la venida de las plagas».
«La historia nos demuestra que Dios guía a los pueblos y da lecciones de moral al mundo entero». La vida social se mide en años, siglos, milenios, pero lo principal es aquel: “Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día”.
«Vendrá el día de las oraciones», decía el padre a sus discípulos. «Al trabajar, bien puedes repetir la “Oración de Jesús”. Primero con tus labios, después con tu mente. Y, cuando menos lo esperes, ella misma brotará sola desde tu corazón». Y también les daba una oración compuesta por él mismo, para que se la aprendieran de memoria y la recitaran todo el tiempo: «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, Tú, que vendrás a juzgar a vivos y muertos, apiádate de nosotros, los pecadores, perdona nuestras caídas en pecado en esta vida y resguárdanos del anticristo en el desierto místico de Tu salvación». Además, señalaba: «Nuestros peores dolores en esta vida son como simples picaduras de insectos, en comparación con los dolores de la vida eterna».
(Traducido de: Starețul Nectarie de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 77)