Procura mantener siempre el dominio de ti mismo, para que la vida espiritual y la sabiduría de tu alma no se extingan en tu interior.

Medita mucho más sobre lo que lees y cantas, sobre lo que escuchas en la iglesia o en tu propio hogar. Imita el ejemplo de los santos, recita sus oraciones y busca vivir la vida tal como lo hicieron ellos, además de cultivar las virtudes como la mansedumbre, la sabiduría y la bondad, sin tener en cuenta tus esfuerzos, ignorándote a ti mismo, sin preocuparte por tu propia paz, tu satisfacción y tu tranquilidad, todo, en el nombre del amor a Dios y al prójimo, en el nombre de la paciencia, el valor y la lucha. Vive con la fe, la esperanza y el amor de los santos.

“Estad preparados y tened encendidas vuestras lámparas. Sed como los criados que esperan a su amo de retorno de las bodas para abrirle tan pronto como llegue y llame “(Lucas 12, 35-36).

(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, 2005, p. 350)