Palabras de espiritualidad

¿Quieres sentir alegría?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Examínense a Ustedes mismos y fíjense si tienen alguna preocupación de este tipo; sean buenos, especialmente buenos, especialmente indulgentes, especialmente mansos, especialmente afectuosos, especialmente eviten todo pensamiento de odio, de venganza, de desenfreno, de avaricia.

No existe un cristiano malo. Y si, no obstante, existiera maldad en un cristiano, sería porque la maldad es la que domina, debido a la ausencia de una pura convicción cristiana en tal persona. Examínense a Ustedes mismos y busquen si tienen alguna preocupación de este tipo; sean buenos, especialmente buenos, especialmente indulgentes, especialmente mansos, especialmente afectuosos, especialmente eviten todo pensamiento de odio, de venganza, de desenfreno, de avaricia. Eviten todos esos caminos que llevan a la maldad. ¡No vean cosas sucias en el televisor! Mejor no vean televisión, no busquen cosas inapropiadas en internet, porque sólo les llena de desperdicio el alma, impidiéndoles volver a ser felices. Cuando esto sucede, hasta las alegrías naturales dejan de sentirse, porque han sido ensombrecidas por la maldad que crece dentro de la persona...

¿Quieres sentir alegría? He dicho otras veces que debes entrar en la atmósfera de los oficios religiosos y vivirlos, sin ponerte a pensar cuánto tiempo duran. Decía el Padre Serafín, que Dios le dé descanso eterno, que estando en el Monte Athos los oficios le parecían larguísimos, porque aquí, en nuestro país, nunca tuvo la oportunidad de participar de alguna ceremonia como las vísperas que allí se ofician. Una vez, el Padre Antipa Dinescu lo puso a que leyera en el fascistol y le escribió en un papelito “Dos veces”, pero el Padre Serafín leyó sólo una vez el texto indicado y siguió adelante. Entonces, el Padre Antipa, acercándosele, le dijo: “Pero, tonto, ¿no ves que allí dice que leas dos veces?¡Leélo una vez más!”. Y entonces el Padre Serafín así lo hizo. Al terminarse la ceremonia, éste comentó en voz alta: “¡Vaya, qué oficio tan vasto!”, y el Padre Antipa le respondió: “¡No, tu pereza es vasta!”.

Hay aspectos muy importantes que debemos saber y tomar en cuenta permanentemente. Bueno, también hay cosas que no le puedes pedir a un niño... Una vez leí un libro, se llamaba “Sobre los 'stárets' rusos”. En este libro, si mal no recuerdo, se dice que no le puedes pedir a un niño que camine al mismo ritmo que una persona adulta. Y así es, cuando caminas de la mano con un niño pequeño, eres tú el que se adapta al paso que lleva la criatura. Me recuerdo que una vez, siendo yo niño, fuimos de visita a algún lugar con mis papás. De regreso, desde la estación de tren en Ocna Sibiului, hasta nuestra aldea, tuvimos que caminar unos nueve kilómetros. ¡Qué difícil fue para mí! Aún me parece sentir el cansancio y el dolor en los pies que experimenté ese día. Y les preguntaba a mis padres: “¿Queda mucho para llegar a casa?”. Y ellos respondían: “Todavía nos queda, pero ya vamos a llegar. ¡Vamos, que no es tanto!”. Y, finalmente, llegamos. Y en aquel libro leí que no puedes pedirle a un niño que lleve el mismo paso que tú... tanto me gustó esa idea, que la guardé para mí. Todo esto se los digo, porque es necesario que lo sepan, para que no seamos pretenciosos y para que no esperemos de los demás lo que no pueden hacer.

(Traducido de: Arhim. Teofil Părăian, Bucuriile credinței, Editura Mitropoliei Olteniei, p. 116-117)

 

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