Breve guía para aprender a ayunar
Ayunemos tanto física como espiritualmente, refrenando nuestros sentidos, nuestra lengua y todos los placeres que llevan al pecado.
El mejor ayuno, el más agradable a Dios, es el que es voluntario, según las posibilidades de cada quien, con la bendición del confesor y fortalecido con la santa oración, especialmente con la lectura de los Salmos, y sumado a la práctica de la caridad.
El ayuno no debe ser ni tan severo ni tan ligero, sino uno “real”, es decir, comiendo una vez al día, al mediodía o en la noche, sin llegar a saciarnos, alimentos vegetales, sin aceite y sin vino. Ayunemos tanto física como espiritualmente, refrenando nuestros sentidos, nuestra lengua y todos los placeres que llevan al pecado.
(Traducido de: Protosinghel Ioanichie Bălan, Călăuză ortodoxă în Biserică, volumul I, Editura Sfintei Mănăstiri Sihăstria, 1991, p. 52)