El ayuno que propicia la oración
Si, al practicar el ayuno, caemos en la exageración, podríamos debilitar las energías espirituales que necesitamos para poder orar.
Sabemos que el Señor les recomendó a Sus discípulos el ayuno unido a la oración. ¿Cree usted que el ayuno realmente es de ayuda para poder orar?
—Cualquier acción virtuosa ayuda a la oración, cualquier oración ayuda y también la práctica de cualquier virtud. Si la persona no ayuna según las disposiciones de la Iglesia y no se encuadra en determinada dinámica de disciplina, termina dañando su alma, por el hecho de que está realizando actos contrarios a la fe, lo cual, lógicamente, lleva a que en su alma crezca el descreimiento. Pero es que la oración es una expresión de la fe, y por eso el ayuno viene a ayudarla enormemente, porque es un ejercicio que nuestro Señor Jesucristo bendice y pide, al igual que la Iglesia, por medio de sus disposiciones.
Para nosotros, los ortodoxos, el ayuno es algo obligatorio. Quienes ayunan se sienten más predispuestos para la oración. Eso sí, estamos hablando de un ayuno practicado de forma racional, cuando el creyente no lleva su abstinencia al extremo, porque, si caemos en la exageración, podríamos debilitar las energías espirituales que necesitamos para poder orar. Pensando en esto, San Antonio el Grande dice que hay quienes se hacen mustios con la abstinencia, pero, al no saber actuar con buen juicio, terminan apartándose de Dios. Luego, tenemos que excluir cualquier exageración y concentrarnos en practicar un ayuno “normal”, que es el que pide la Iglesia Ortodoxa, porque auxilia nuestro esfuerzo en la oración: “Esta clase de demonios no puede ser expulsada sino con ayuno y oración” (Marcos 9, 29), con la oración que viene acompañada del ayuno, con el ayuno que propicia la oración.
(Traducido de: Întâmpinări, Interviuri cu Părintele Teofil Părăian, realizate de Sabin Vodă, Editura Sophia, București, 2000, pp. 56-57)