Palabras de espiritualidad

La mesura nos ayuda obtener la Gracia de Dios

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

La medida de la continencia debe ser tal que, después de la comida, aún sintamos el deseo de orar.

Por sí mismo, el hombre no está privado del poder de cumplir los mandamientos de Dios; por eso se ha dicho: “Pedid y se os dará” (Mateo 7, 7). Si no pedimos, nos afligimos a nosotros mismos y nos privamos de la Gracia del Espíritu Santo; y sin la Gracia, el alma se turba sobremanera, porque no comprende la voluntad de Dios.

Para tener la Gracia, el hombre debe ser sobrio en todo: en los movimientos, en las palabras, en las miradas, en los pensamientos, en el alimento que consume. A todo el que sabe refrenarse le viene en ayuda la enseñanza de la Palabra de Dios, que dice: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4, 4).

La venerable María de Egipto tomó de San Zósimo apenas un poco de lentejas con el dedo y dijo: “Esto me basta, con el don de Dios”. Es necesario acostumbrarse a comer lo menos posible, pero con recto discernimiento y según lo permita el trabajo propio. La medida de la continencia debe ser tal que, después de la comida, aún sintamos el deseo de orar.

(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii şi iadul smereniei, Editura Deisis, 1996, pp. 49-50)



 

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