La misericordia de Dios viene si también nosotros somos misericordiosos
Si has perdonado, podrás decirle al Señor: “Ahora perdóname Tú, Señor, porque yo ya he perdonado, como Tú nos ordenaste hacer”.
El padre Selafiel, nuestro padre espiritual del Monasterio Nuevo Neamț (Moldavia), repetía una y otra vez estas palabras del Evangelio, palabras que también el Señor repitió con insistencia y, sobre todo, el Santo Evangelista Juan, en sus Epístolas y en su Evangelio. Todo el esfuerzo del padre Selafiel se concentraba en esto: «Perdona, para que Dios te perdone a ti. Al caer la noche, repite: “Señor, perdóname todas las faltas que he cometido hoy con mis palabras, mis actos y mis pensamientos, como hombre que soy. ¡Perdona también a todos los demás sacerdotes y hermanos, y perdóname a mí también, porque soy un pecador!”. Examina tu corazón, y si ves que hay algún enfado ahí para con alguien, perdona; no te acuestes guardando ese enojo en tu interior. Y si has perdonado, podrás decirle al Señor: “Ahora perdóname Tú, Señor, porque yo ya he perdonado, como Tú nos ordenaste hacer”. Con este santo e inocente procedimiento, pon tu alma en manos de Dios, y si mueres en el transcurso de esa noche, Dios te llevará con Él».
Algunos dirán: “¿Tan fácil es?”. Sí, es muy sencillo, pero esto implica esforzarnos y vigilarnos en todo momento, porque en cualquier instante puede aparecer algún pensamiento en contra de nuestro hermano, trayendo consigo turbación y descontento. Cuando esto ocurra, acudamos al Señor, diciendo: “¡Perdóname, Señor, y perdona también a mi hermano, porque yo ya lo he perdonado!”.
Esta es la sencillez del Evangelio, misma que encontramos resumida en el “Padre nuestro”. Cuando le pidieron al Señor que nos enseñara cómo orar, Él nos enseñó a pedir perdón por nuestras faltas, tal como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. Si hacemos este pequeño sacrificio, podemos esperar la salvación. Y si así es como se nos da la salvación, ¿qué más podría interesarnos en este mundo? ¿Qué más tiene sentido?
(Traducido de: Ieromonahul Savatie Baștovoi, A iubi înseamnă a ierta, ediția a II-a, Editura Cathisma, București, 2006, pp. 76-77)