Una y otra vez, el padre Lorenzo nos recordaba la importancia de orar y ayunar. Además, insistía en que no debemos trabajar los domingos y en las fiestas importantes de la Iglesia; aunque caiga granizo, tenemos que dejar todas las cosas como están. Todos los períodos de ayuno, así como el de los miércoles y los viernes, tienen que ser respetados rigurosamente. A muchos les daba su bendición para que ayunaran también los lunes, y a otros les pedía que no comieran carne ese día, diciéndoles:

—El Reino de los Cielos no es ni comida ni bebida.

El padre también solía recomendar asistir a la iglesia en la mañana y en la noche (Maitines y Vísperas), y, en lo que respecta a la Divina Liturgia, en ningún caso aceptaba excusas para no participar en ella. Asimismo, recalcaba que las fiestas religiosas tienen que ser celebradas primero en la iglesia, y solo después en la casa del creyente.

(Traducido de: Sfântul Lavrentie de la Cernigov. Viața, învățăturile și minunile făcute de Dumnezeu prin acest mare Părinte, Editura Credința strămoșească, 2003, p. 44)