La experiencia de siglos nos demuestra que la Señal de la Cruz tiene un gran poder sobre todo lo que el hombre hace a lo largo de su vida entera. Por eso, es necesario que nos ocupemos en enraizar en nuestros hijos la costumbre de persignarse con frecuencia, sobre todo antes de comer y beber, antes de acostarse y al levatnarse, y cuando salgan de casa o entren a algún sitio.

Además, debemos estar atentos a que se persignen no con dejadez o como parezca de moda, sino con devoción, de la frente al pecho y a los dos hombros, hasta formar una cruz correcta.

(Traducido de: Cum să educăm ortodox copilul, Editura Sophia, București, 2011, p. 91)