A propósito del ayuno y sus formas
Si alguien interrumpe su ayuno, forzado por el hambre que siente, no comete un gran pecado. Por otra parte, el que promete abstenerse de todas esas cosas, pero después infringe así sea una sola de sus obligaciones, comete un pecado grave.
El ayuno no consiste simplemente en abstenernos de comer o beber, sino que hay diferentes formas de guardar ayuno. Porque hay quienes se abstienen de consumir pan y agua, hasta que les da hambre y sed. Otros ayunan para mantenerse castos; por eso es que no comen ni beben, aunque sí sienten hambre y sed. Este es un ayuno de un nivel más alto. Otros ayunan por templanza. También este es un ayuno bueno. Otros se abstienen de consumir carne, vino y otras cosas parecidas. Hay otros que ayunan poniéndole una cerradura a su boca, para que de ella no salgan palabras de pecado. Otros se abstienen de la ira. Y otros se apartan de los bienes materiales, para librarse de ser esclavizados por ellos. Hay también otros que rechazan dormir en un lecho cómodo y acogedor, para poder mantenerse despiertos, en oración. Hay otros que renuncian a toda preocupación terrenal, para que los enemigos no les puedan hacer ningún daño. También está el caso de los que ayunan para sufrir y hacerse buenos y agradables ante el Señor, por medio del dolor voluntario. Finalmente, hay otros que reúnen todos estos modos distintos de ayunar y conforman con ellos un solo ayuno, precisamente como esos que renuncian a comer hasta que sienten hambre. El hombre que se abstiene de la comida y la bebida se llama “ayunador”. Si come o bebe, así sea en una ínfima cantidad, está vulnerando el ayuno. Del mismo modo, si un hombre se abstiene de todo lo mencionado, pero de vez en cuando se permite alguna licencia, su ayuno no será considerado como tal.
Si el creyente elude el cumplimiento de alguno de los mandamientos, su ayuno será desdeñado y entendido como si hubiera comido o bebido con avidez. Si alguien interrumpe su ayuno, forzado por el hambre que siente, no comete un gran pecado. Por otra parte, el que promete abstenerse de todas esas cosas, pero después infringe así sea una sola de sus obligaciones, comete un pecado grave.
Así, amado hijo, esto es lo que debes saber sobre el ayuno virtuoso. Primero aprendieron lo necesario sobre el ayuno puro, Abel, con su ofrenda, y después Enoc, porque se hizo agradable a Dios. Posteriormente, Noé, manteniéndose puro en medio de una multitud de pecadores. También Abraham, porque era rico en la fe. Isaac, por amor a la promesa de Abraham; Jacob, por amor a Isaac, porque conoció a Dios; y José, por su piedad y mansedumbre. La pureza de todos estos hombres fue considerada por Dios como un ayuno perfecto. Pero, sin la pureza de corazón, el ayuno no es aceptado por Dios.
(Traducido de: Sfântul Afraat Persanul, Îndrumări duhovnicești, Editura Anastasia, 1998, pp. 68-69)