¿Quieres ayunar de verdad?
Que ayunen tus manos, impidiéndote comer desmesuradamente y permitirte otros placeres. Que ayunen tus pies, impidiéndote adentrarte en caminos que te lleven a espectáculos obscenos. Que ayunen tus ojos, esforzándose en evitar mirar con deseo cualquier rostro bello y eludiendo buscar la beldad ajena.
¿Ayunas? Demuéstramelo con tus actos. ¿Cuáles? Si ves a algún necesitado, ayúdalo. Si te encuentras con un enemigo tuyo, reconcíliate con él. Si ves una mujer hermosa, no le prestes atención. Que no solamente tu boca ayune, sino también tu ojo y tu oído, y tus pies, y tus manos, y todos los demás miembros de tu cuerpo. Que ayunen tus manos, impidiéndote comer desmesuradamente y permitirte otros placeres. Que ayunen tus pies, impidiéndote adentrarte en caminos que te lleven a espectáculos obscenos. Que ayunen tus ojos, esforzándose en evitar mirar con deseo cualquier rostro bello y eludiendo buscar la beldad ajena.
¿No comes carne? ¡Tampoco comas del desenfreno que te sirven tus ojos! Que ayunen también tus oídos. Este ayuno consiste en no escuchar las murmuraciones y las acusaciones dirigidas hacia otros. Que ayune tu boca de cualquier palabra oprobiosa y de la injuria. Porque, ¿qué beneficio tiene renunciar a la carne de las aves y el pescado, si desgarramos y devoramos a nuestros hermanos?
(Traducido de: Simeon Koutsas, Postul Bisericii. De ce, când și cum postim, traducere de Laura Enache, Apostoliki Diakonia, Atena, 2011)