¿Ayunas? Demuéstramelo con tus actos
El ayuno verdadero es renunciar al maldad, controlar la lengua, abandonar la ira, contener los apetitos, apartar la murmuración, la mentira y el juramento falso.
¿Acaso el ayuno ha perdido su valor espiritual y su poder renovador para el alma, en nuestros tiempos actuales? De entrada podemos observar la forma en que el ayuno es considerado hoy en día, en su aspecto meramente material: un simple cambio de régimen alimenticio, una reducción de la cantidad de alimentos ingeridos.
Pero este no es el sentido verdadero del ayuno. La doctrina de nuestra Iglesia nos lo enseña con claridad: “Si ayunas solamente de alimentos y recitas algún tropario durante el Tríodo, pero no dejas de pecar, te asemejas a los astutos demonios, quienes nunca comen nada”. En otra parte: “Ayunemos practicando el ayuno que agrada al Señor. El ayuno verdadero es renunciar a la maldad, controlar la lengua, abandonar la ira, contener los apetitos, apartar la murmuración, la mentira y el juramento falso. Este es el verdadero ayuno, el ayuno agradable a Dios". Dice San Juan Crisóstomo: “¿Ayunas? Demuéstramelo con tus actos. ¿Cómo? Si ves a un pobre, ayúdalo. Si ves a tu enemigo, reconcíliate con él. Si ves a tu amigo que vive mejor que tú, no lo envides. Que no sólo tu boca y tu estómago ayunen, sio también tus ojos, tus oídos, tus pies y tus manos, libres de todo hurto y gula. Que tus pies no te lleven a espectáculos desagradables, que tus ojos no se detengan a contemplar la belleza ajena, que tu boca ayune de insultos y vulgaridades...".
(Traducido de: Ieromonah Petroniu Tănase, Chemarea Sfintei Ortodoxii, Editura Bizantină, București, 2006, pp. 155-156)