Palabras de espiritualidad

El ayuno en nuestros días

  • Foto: Victor Larie

    Foto: Victor Larie

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La dimensión del ayuno, en nuestra Iglesia Ortodoxa, es una profundamente espiritual, en ningún caso marcada por alguna tonalidad negativa.

Desafortunadamente, el sentido verdadero del ayuno, que es uno espiritual, ha sido desnaturalizado de generación en generación, hasta llegar a un punto en el que ya casi nadie lo entiende. Ha quedado solamente como una “actitud” de los cristianos practicantes que frecuentan consecuentemente la iglesia, pero, en su mayoría, también estos lo reducen a su simple dimensión gastronómica. ¡El ayuno es bueno y necesario, recomendado aún por los médicos! Actualmente se ha extendido ampliamente en el mundo —no solamente cristiano— la opción de un régimen “vegetariano”. Incluso existe una corriente, un “estilo de vida” basado en él. El problema es que los “vegetarianos” no son “ayunadores”, en el sentido espiritual. Simplemente cambian una dieta con otra. La dimensión del ayuno, en nuestra Iglesia Ortodoxa, es una profundamente espiritual, en ningún caso marcada por alguna tonalidad negativa. Nuestro Señor Jesucristo desaprueba explícitamente a aquelllos que, ayunando, se complacen en una suerte de tristeza existencial, como diciendo: “Tenemos que mostrarnos tristes, aunque lo que hacemos sea para nuestro bien...”. ¿Qué dice el Señor? “Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6, 17-18). ¿Por qué entristecernos, si, gracias a la templanza y a un comportamiento equilibrado biológicamente, nuestro pensamiento se siente más ligero, nuestras ideas se nos muestran más claras, y nuestra mente —al igual que nuestra lengua— se vuelve más responsable?

(Traducido de: Casian, Episcopul Dunării de Jos, Scara Căinței, Editura Episcopiei Dunării de Jos, Galați 2003, p. 51)