La misma ciencia ha confirmado la necesidad de moderar y controlar el cuerpo. Nadie se ha enfermado por ayunar equilibradamente, en tanto que la gula y la voracidad traen consigo un largo cortejo de enfermedades. El ayuno y un régimen balanceado son siempre recomendados para sanar las enfermedades, y, con mayor razón, son una prescripción necesaria para quienes están sanos. Los distintos “regímenes” alimenticios, como el vegetariano, el de desintoxicación con vegetales crudos, etc., no son sino variantes del ayuno físico.

De todos es conocido que la saciedad provoca somnolencia, que quienes trabajan mucho con la mente no suelen comer mucho y que, en general, el hombre consume mucho más de lo que necesita su organismo. El hábito de comer sin medida, sumado al sedentarismo y al estrés son tres aspectos que terminan destruyendo la vitalidad del hombre moderno. El ayuno espiritual, por su parte, nos ofrece salud para el cuerpo y lucidez mental.

(Traducido de: Protosinghelul Petroniu Tănase, Ușile pocăinței. Meditații duhovnicești la vremea Triodului, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 35)