Palabras de espiritualidad

Sobre los beneficios —visibles e invisibles— del ayuno

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El pan y el agua no hacen mal a nadie... ¿cómo es posible, entonces, que muchos santos hayan vivido más de cien años, alimentándose solamente de pan y agua?”.

No se confundan, amados míos, escuchando a quienes dicen que el ayuno es perjudicial para la salud. Cuando le preguntaron sobre este asunto a San Serafín de Sarov, éste respondió: “El pan y el agua no hacen mal a nadie... ¿cómo es posible, entonces, que muchos santos hayan vivido más de cien años, alimentándose solamente de pan y agua?”.

Recordemos, hijos, a Daniel y aquellos tres jóvenes, Ananías, Azarías y Misael. El rey Nabucodonosor ordenó que se les sirviera de su propia mesa, para que no enflaquecieran y fueran igual de robustos que los demás jóvenes de su edad. Pero Daniel, para no esuciarse comiendo de los alimentos ofrecidos en sacrificio a los ídolos, le pidió a un funcionaro del rey que se les permitiera ayunar diez días. Así, se les dejó comer solamente legumbres, con la condición de que su aspecto no desmejorara. Luego de diez días, Daniel y aquellos tres jóvenes, así como otros de su misma edad, se presentaron ante dicho cortesano. Y he aquí que los rostros de aquellos que ayunaron parecían aún más bellos y sus cuerpos más robustos, que los de los otros que siguieron alimentándose de los manjares de palacio (Daniel 1, 3-16).

(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, Bucureşti, 2007, p. 32)

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