invocar a Dios
 

Para no olvidarnos de Dios

Rechazar las pruebas y las tribulaciones debilita la capacidad de sacrificio del corazón, porque el descanso y el confort facilitan que nos olvidemos del Señor.

Seamos sinceros con nuestro amigo más querido e incondicional

Enamorémonos del nombre de Jesús, teniéndolo siempre presente en nuestra vida, y así participaremos con Él de la vida eterna.

Tres manantiales de inspiración para la vida cristiana

Invocando el Nombre del Señor, nos presentamos ante Él, y Su sola presencia es inmensamente santificadora y vivificadora.

¡No permitas que la tristeza domine tu alma!

Cuando la tristeza empieza a enseñorarse en el hombre, puede llegar a matarle el cuerpo y el alma. ¡No te apresures en morir!

Allanando el camino a la oración

El Nombre de Jesús santifica la boca, la mente y el corazón. Esta es la razón por la cual el demonio se desvive por detener o distraer nuestra oración con distintas preocupaciones, actividades y necesidades.

¿Cómo luchar contra el enemigo de nuestra alma?

Debemos usar como armas el nombre de Jesús y el de la Madre del Señor, además de la oración: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”.

¡Que nuestro corazón no cese de repetir el nombre del Señor!

Este nombre nos fortalecerá en la lucha espiritual, solo que debemos acercárnosle serenamente y con celo.

Todo se trata de volver a la oración

Repetimos muchas veces el dulcísimo Nombre de Cristo, no porque Él no nos escuche cuando lo llamamos por primera vez, sino para que nuestra mente se una con Él.

A propósito del himno conocido como “Trisagio”

Pidiendo la misericordia de Dios, tomando en cuenta a cada persona de la Santísima Trinidad, en general, pedimos el auxilio de Dios, la intervención de Dios en nuestra vida, en nuestro ser, y desde nuestro ser.

La oración que nos ayuda a evidenciar nuestras pasiones

Al orar luchamos contra todas esas figuraciones, pasiones y preocupaciones, para poder invocar el Nombre de Cristo con una mente pura.

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