Palabras de espiritualidad

¿Por qué no puedo dejar de hablar mal de mi hermano?

Para mantener mi boca cerrada, debo entender que también yo soy un pecador.
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Palabras de espiritualidad

Una decisión impostergable

Hoy es el momento propicio para derramar nuestras lágrimas de arrepentimiento. En verdad, cada uno de nosotros tendría que preguntarse una y otra vez: “¿Cuán pura es mi alma?”.
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Palabras de espiritualidad

Breves guías de crecimiento espiritual al alcance de todos

Pídele a Dios que te conceda lágrimas de contrición y la verdadera sencillez de corazón. Además, esmérate en tener conciencia de tus pecados, no juzgues a tus semejantes y hazte el más humilde de...
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Palabras de espiritualidad

Los rasgos de la verdadera libertad

Cada libertad se convierte en una suerte de soporte de la libertad del otro. La verdadera libertad hace que nazca o se actualice la libertad del otro.
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Palabras de espiritualidad

De la vida de la Santa Mártir Susana, reina de Georgia

‟Del mismo modo en que tú renunciaste a tu Creador, así renuncio yo a ti. Ya no tengo nada que ver contigo, sin importar el sufrimiento que deba enfrentar”.
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Palabras de espiritualidad

La tragedia del hombre: olvidarse de la vida eterna

El cristiano que ha recibido el don del amor de Cristo, consciente de que este amor aún no es perfecto, se libra de la pesadilla de la muerte que todo lo devasta.
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Palabras de espiritualidad

Para orar por el otro hay que sentir su dolor

En la Ortodoxia se practica una forma de oración permanente, la oración del corazón o de la mente, en el altar del corazón.
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Palabras de espiritualidad

El origen de la felicidad

Solamente de una Persona suprema puede emanar toda la vida o felicidad de los seres humanos, que fueron creados como personas para poder estar en comunión con el Dios personal.
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Palabras de espiritualidad

Para vivir desde ya como en el Cielo

El Señor se nos ofrece incesantemente y sin reservas, y quiere que nosotros hagamos lo mismo. ¡No nos damos cuenta de que nuestra reticencia nos separa de Él y del Reino de los Cielos! 
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Palabras de espiritualidad

“¡Acérquense, hermanos, quiero que aprendan lo que es discutir desde el amor!”

Así es como vivían los cristianos de antes, guiados por las palabras del Santo Apóstol Pablo: “El amor no busca su propio interés” (I Corintios 13, 5).
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Palabras de espiritualidad

El amor, el santo deber de quienes quieran seguir al Señor

El anciano Pimeno decía: “Hay tres cosas fundamentales: temerle a Dios, orar sin cesar y hacer el bien a nuestro semejante”.
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Palabras de espiritualidad

La lucha por mantener concentrada nuestra mente

No debemos esperar a orar para concentrar nuesta mente: es importantísimo evitar despistarnos incluso cuando no estamos orando. 
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Palabras de espiritualidad

“¿Qué puedo hacer con mi alma, porque es una insensata y no le teme a Dios?”

Busca a alguien que sienta temor de Dios y quédate a su lado…
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Palabras de espiritualidad

Contemplando la gloria de Dios

Solamente cuando nuestra vida esté cimentada en la roca de Su palabra, recibiremos una respuesta a la pregunta. “¿Quién es Este?”.
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Palabras de espiritualidad

De cómo se santifica la vida del hombre que vive para Dios

Cada parte de nuestro ser que es atraída hacia el Señor adquiere dimensiones más allá de lo cósmico, siendo santificada y deificada. 
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Palabras de espiritualidad

Cómo prepararnos para recibir el gozo de Dios

Entonces dejaremos de enfadarnos, de irritarnos y de juzgar a los demás, porque aceptaremos a todos con amor...
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Palabras de espiritualidad

Nuestro esfuerzo no es nada sin el concurso de Dios

Cuando logres algo, di: “¡Señor, mío es solamente el esfuerzo, Tuyo es el éxito!”.
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Palabras de espiritualidad

La riqueza bien habida

La holgura obtenida con trabajo, pero lejos de Dios, es pecado. Y cada pecado estimula el deseo de seguir pecando.
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Palabras de espiritualidad

Un llamado a ser hombres de paz

Si tenemos paz, esa paz llena de alegría y consuelo a todos los que nos rodean. Todos sienten la serenidad de nuestros pensamientos.
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Palabras de espiritualidad

Al orar, un solo pensamiento puede llevarnos a perder todo

Pongamos a Cristo en el centro de nuestra mente, repitiendo con delicadeza: “¡Señor Jesucristo, ten piedad de mí!”. No hay que pensar en nada más.
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