Jose David Menchu

Palabras de espiritualidad

“¿Para qué orar?”

“¿Para qué orar?”, te preguntas de nuevo, rebosante de una inmensa autosuficiencia y satisfacción para contigo mismo. Lo tienes todo y no sabes qué más pedir...
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Palabras de espiritualidad

También existe la muerte espiritual

Sólo en Él, sólo en Cristo hay verdadera vida, vida espiritual, una vida digna para el hombre. Sólo en Él y en ninguna otra parte.
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Palabras de espiritualidad

La esclavitud del hombre está en su propia voluntad

El hombre vive esclavizado. Y es un esclavo voluntario, porque no desea ser libre.
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Palabras de espiritualidad

Acuérdate de Dios, para que Él se acuerde siempre de ti

No te olvides de Él, dispersándote en banalidades, para que tampoco Él te olvide cuando tengas que afrontar tus luchas.
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Palabras de espiritualidad

El pecado es el microbio del alma

Analízate y verifica la perniciosa e incómoda presencia del pecado en tu alma.
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Palabras de espiritualidad

Un consejo necesario para el momento de orar

San Isaac el Sirio dice: “Si en el tiempo de oración haces cualquier otra cosa, y no oras, es que el demonio se está mofando de ti”.
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Palabras de espiritualidad

La justa medida o el camino real

Aléjate siempre de aquello que exagere o menoscabe la virtud, y busca siempre el camino del medio, para poder hacer todo en su debido momento y en la justa medida.
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Palabras de espiritualidad

Un verdadero examen de salud espiritual

Con estos parámetros puedes conocer el estado de salud de tu alma.
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Palabras de espiritualidad

La glorificación que nos llena de Gracia

Dios nos creó para Sí Mismo, para que le sirvamos en santidad y en justicia, y para que lo glorifiquemos junto a los ángeles.
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Palabras de espiritualidad

¿Qué debo hacer cuando me tiente el deseo de juzgar a los demás?

El demonio que domina al orgulloso puede mostrarle cosas que no existen, con tal de arrojarlo a las dudas.
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Palabras de espiritualidad

Amemos a Dios de la misma forma en que honramos a nuestros amigos

Hay muchos que ofenden a Dios y persisten en su indolencia, pero que al mismo tiempo ensalzan por cualquier nimiedad a quienes aman, utilizando para esto todo lo que esté a su alcance.
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Palabras de espiritualidad

¡Ten valor y reconoce que te equivocaste!

Si alguien te ofende, no enaltezcas tu corazón, porque la ira de Dios no suele demorarse.
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Palabras de espiritualidad

Dar testimonio de Dios o cómo salir de la oscuridad

Tener fe en Dios y dar testimonio de Él es, para el alma, salir de la oscuridad a la luz divina, a la luz de la vida futura. Es una sanación completa, es convertirse en valientes misioneros de Cristo...
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Palabras de espiritualidad

¡Una vida holgada no es la medida del amor de Dios!

Te da miedo el sufrimiento. Y esperas gozar de todas las cosas del mundo, al lado de los tuyos...
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Palabras de espiritualidad

¿Quién eres tú, para juzgar a tus semejantes?

El Señor nos ordenó ser enemigos únicamente de la serpiente, es decir, de aquel que desde el inicio engañó al hombre y lo echó del Paraíso. Se trata del demonio, el asesino de hombres.
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Palabras de espiritualidad

¿Qué consuelo obtenían los Padres por medio del esfuerzo?

Todos ellos respiraban a Dios con el alma, contemplándolo cual inocentes niños, pero manteniendo el ojo de la mente en vigilia y atento a las acechanzas de los demonios y las pasiones.
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Palabras de espiritualidad

Los tres gigantes que terminan destruyendo nuestra alma

Si estos dominan el alma, dan a luz a otros tres tiranos: la pereza (o dejadez), el olvido y la ignorancia, que destruyen las fuerzas del alma y la mente.
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Palabras de espiritualidad

Reconociéndonos débiles, con toda humildad

Atrevámonos, pues, a pesar de todas nuestras pasiones y nuestra impotencia, a ofrecerle a Cristo, con una inamovible fe, nuestra debilidad espiritual.
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Palabras de espiritualidad

Cada pecado es un dardo insertado en lo profundo de Dios

¡He aquí cuán irracional es la comisión del pecado! Verdaderamente, el pecado del hombre llega mucho más lejos que su propio pensamiento.
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Palabras de espiritualidad

Si tan sólo viéramos nuestros propios pecados...

Y es que nosotros mismos, a pesar de no ser unos depravados, profanadores de sepulcros o bandidos, sí que somos culpables de otros pecados dignos de miles de castigos.
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